jueves, 7 de enero de 2016

Quickie



Hoy les vengo a contar de un amigo mío, muy querido: Martín “Quickie” Solari.

El es una buena persona, capaz de devolver el trato amable a quien se lo da, pues valora mucho que se lo quiera.

Su apodo le fue dado por dos razones: En las clases de Educación Física solía demostrar su velocidad, facilmente comparable a la de una gacela, y también estudia mucho inglés. Y puesto que “rápido” en ingles es “Quick”, por darle un tono amistoso, se lo apodó “Quickie”

Quiero hablarles de él porque estoy preocupado. Hace tiempo ya que no me habla, si no es para demostrar que piensa que no soy algo bueno para él, que es mejor alejarse de mi, y no tengo manera de hacerle ver que está equivocado.

Yo siempre supe que Quickie era terco, y que pasó por diversas situaciones en su vida que lo llevaron a desconfiar de la gente, de la veracidad de su discurso y sus verdaderas intenciones. Pero el siempre supo que en mí tenía un amigo, un confidente, alguien a quien poder contarle todo, alguien en quien apoyarse en busca de un consejo.

Las cosas llegaron a esto dado que Quickie y yo empezamos a diferir. La edad nos agarró interesados en el mundo que nos rodea y hemos mantenido largas discusiones y diferencias de opinión que derivaron en alejamientos ideológicos y, por consecuente (porque Quickie es asi) personales.

Tal es así que Quickie ahora se junta nada más con los suyos, y no quiere salir de ahí. Es un proceso repetido en su vida, el miedo a salir de la zona de comfort, el miedo a ver que las cosas son distintas, que está defendiendo algo indefendible. Toda su vida necesitó esa seguridad infalible que sienten aquellos cuyo espíritu es valiente y sabe guiarse. Por esto mismo prefiere él mismo construir su realidad, con su terquedad, se siente bien así, y no busca nada más que sentirse bien.

Idealista como pocos, realismo nulo, solía decir a tono de broma, cuando tenía que definirse en pocas palabras, una clase de Sociales que no se me va más de la mente, y menos viendo el problema que atraviesa nuestra amistad hoy en día.

Necesito hablar con él, que me escuche, que me crea, que hay cosas allá afuera que no son como él las cree, que el mundo lo va a atropellar si viene en su mambo caminando y de repente baja el pie del cordón para cruzar una calle cuya magnitud es inmensa y se mide en años.

Pero por sobre todo, necesito recuperar a mi amigo Quickie. Porque asi lo quiera yo o no, llegué a valorarlo tanto, que nada volvería a ser lo mismo en mi vida si él no vuelve a unirse a mí, puesto que hay una gran parte de mi vida en la cual él todavía tiene control.

¿Cual? Fíjense ustedes. Y, por las dudas, fíjense si no hay algún otro Quickie por ahí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario