jueves, 20 de agosto de 2015

Mi cambio.

Mantengo la filosofía de creer que todos vinimos al mundo por algo, que todos tenemos el propósito de cambiar alguna de las reglas que rigen a este mundo, pues sino estaríamos acá por el simple y aburrido hecho de existir y pasar un rato para después irnos y que nuestra visita haya pasado desapercibida. Sé que, a pequeños o grandes rasgos, hasta el más inoperante de los seres humanos ha logrado irse habiendo generado algo que sin su existencia no hubiera sido. Pero de todas formas, al momento de mirarme a mi, empieza el temblor.

¿Y yo? ¿Qué vine a hacer acá? ¿Cuál es mi propósito? Son sin dudas las preguntas que más ansío contestar antes de terminar mi vida. Me asusta la idea de nunca poder, de por alguna razón nunca encontrar esa ruta con la cual se topan todos y son llevados cada uno a su puerto, a su hogar espiritual.

No me considero un chico torpe, pero si bastante estúpido para algunas cosas que a los demás se les dan “de taquito”. Yo diría que soy un chico más bien teórico, analizador, pasivo. A esto ayuda quizá mi irritante capacidad de ponerme a pensar y analizar cada cosa que pasa, por insignificante que sea. Siempre a todo le termino encontrando una vuelta más antes de darme cuenta de que no necesitaba dar esa vuelta. Quienes más me conocen son testigos: Mi cerebro no es una carretera plana, es un circuito de Rally. Por lo tanto no ibamos a suponer que en una duda así tuviera poco para decir.

Volviendo a tema. En mi vida probe muchas cosas, hice desde pocos días hasta años en distintas disciplinas que me ayudaron a ampliar mis horizontes, pero aun asi me siento como un ser insaciable que siempre busca mas respuestas, insatisfecho y ambicioso. Lo único que doy por seguro que me nutre más que nada es la música, a la cual desearía dedicarle toda mi vida, o al menos parte de ella si no logro sustentarme con ella sola. En ese último caso, el resto aún está por decidirse, siendo que en mi caso solo tengo meses para decidir qué quiero hacer por el resto de mi vida (o al menos la primera apuesta a decidir cual es esa disciplina infalible que me dará una identidad laboral).


Sea como sea, tengo una ambición que dejo explícita en esta nota y que espero contagiarles a ustedes, pero con un tinte de alegría y entusiasmo: Cambiar el mundo, de la manera en la cual se supone que deba hacerlo, pero aportar mi cambio y hacerlo lo mejor que se pueda.