viernes, 19 de febrero de 2016

Resumen de una vida a las 7 am.

(Esta historia no es real)

Soy un caso particular. Vivo en Etcheverry, en las afueras de La Plata, y todas las mañanas espero el ramal 11 de la Línea Oeste para ir a trabajar de maestro al Colegio Albert Thomas, ubicado al final del recorrido de este mismo ramal. Por lo tanto, cada mañana hago largos viajes, armándome lo mejor posible de paciencia, tratando de disfrutar cada metro recorrido, y, además, soy testigo de muchas vidas. No me refiero con esto a los vaivenes de los demás, si no de las vidas de los recorridos.

Esta loca idea de hablar de vidas pertenecientes a recorridos son producto de algún rincón de mi imaginación que todavía no fue apagado por la edad y la rutina, y he de hacer un breve resumen comparando cada recorrido con los aspectos de la vida durante el paso del tiempo para dejarles a todos en claro cómo fue que se me ocurrió.

Empezamos con el tramo en que yo me subo. Un micro vacío. Yo y algunos más le damos un cordial "buenos días" al chofer y tomamos comodamente asiento. De aquí hasta el barrio de Olmos somos varios los que ya nos vemos las caras todos los días y nos saludamos como un gesto de consideración mínima al prójimo con algunos, e intercambiamos anécdotas y comentarios con otros más conocidos. Esto ha de remontarme a las épocas de infancia, a las formaciones de relaciones con gente que no conocemos, el aprender a socializar, el hacer grupos de conocidos y algunos con posibilidades de volverse excelentes compañeros a futuro, si la relación viene como hasta ahora.

La segunda parte cubre el largo tramo de Olmos hacia adentro del Casco Urbano de La Plata. Aquí no solo veo que unos pocos se bajan ya que tienen la suerte de no tener que hacer grandes caminos para llegar, si no que también tengo la suerte de cruzarme con varios amigos que, por las mismas causas que yo, deben hacer el viaje de cada dia para cumplir con sus obligaciones. Si tengo suerte, me verán entre el tumulto y vendrán a saludar y hacerme un poco más ameno el recorrido, mientras comparo este trayecto con una época igual de larga como lo podría ser el inicio de la secundaria hasta el fin de la Universidad. Algunos ya se han ido, pues ya han hecho todo lo que podían hacer por mi, y no tengo más que hacer con ellos, otros siguen siendo conocidos, hay mucha gente más que cruzo diariamente, extraña, que me hace preguntar si alguna vez tendré algo que decirles, y están mis amigos, los más cercanos, aquellos con quienes comparto risas y vivo un poco mejor de lo que podría si tuviera que valerme por mi cuenta.

Observando también se avistan otras curiosidades, como por ejemplo aquellos dos que hasta el año pasado solo se saludaban e intercambiaban sonrisas, y hoy en día están en un proyecto de pareja bastante a buen traer por lo visto, haciendome pensar en que muchos somos indirectamente el nexo para que otra gente se conozca, por ejemplo cuando organizamos reuniones festivas uniendo diferentes grupos, fusionando diferentes ramas de nuestras relaciones para ver como se llevan entre si, experimentando basicamente.

Hay comparaciones que se dan según el día, o la vida del recorrido en su defecto. Días de tristeza, de observar pensativamente, la comparación lleva a estos períodos fugaces de la vida, donde pasa esto mismo, justamente. Días en los cuales algo falla, el micro se rompe, y tenemos que esperar otro: Momentos que llevan a la conclusión de que hay que buscar otra forma de hacer las cosas, porque de seguir igual no hemos de llegar ya a ningún lado, y así podría formular algunas más con el tiempo necesario para idearlas.

Como última parte hablaré del tramo desde Plaza Moreno hasta, finalmente, el colegio Albert Thomas, donde ya el micro empieza a despoblarse de a poco. Muchos que llegan, muy pocos que se han subido hace poco y que se quedarán hasta el final. Muchos de quienes aquí en este relato llamo amigos ya se han ido, y solo unos pocos quedan. Ha de ser este el tramo que representa a nuestras vidas llegando al fin, donde algunos amigos ya se han ido, quizá por voluntad propia, quizá no, y, de los que quedan, quienes verdaderamente nos querían, independientemente si estuvieron desde el principio o no, eran los que allí estaban.

Al llegar, por fin, desconcentramos el micro: Hemos presenciado el fin de la vida del recorrido x (No esperaban que contara cuantos viajes asi hago desde que mi vida es de esta manera, ¿no?) y mañana nos subiremos a ver como es la vida del próximo recorrido. Quizás veamos otras cosas, quizás las mismas, quizás nos crucemos los mismos, quizá seamos menos, más, no lo sé. Solo puedo asegurar que, lo que sé en cuanto a algunos aspectos de la vida, fue por algo tan facil como observar los recorridos de cada mañana.

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