jueves, 5 de enero de 2017

Mascotas atrás de la felicidad.

Todos, sin excepción de nadie, vamos atrás de lo que nos hace felices. Es lo común, lo normal, lo más sano. ¿Qué persona quisiera pasar su vida deprimida, triste, absteniéndose de disfrutar de todo aquello que nos genera, cuanto menos, una sonrisa? Nadie.
Ahora bien, no es una cosa sana pensar que el modelo ideal de persona es aquella que tiene nada más que felicidad en su vida. ¿Por qué? Porque si este caso es cierto, esta persona no tiene los pies en la tierra.
Hay miles de frases replicadas a lo largo de las redes sociales sobre “expulsar lo que no te hace feliz”, “sacarse a la gente tóxica de encima”, entre otras. Tienen su grado de razón, por supuesto, refiriéndose a los pensamientos negativos, las malas actitudes, los constantes reproches (al menos, aquellos que se dan solo por tirar mierda y listo), pero no son axiomas, no son irrefutables, porque lo cierto es que el Mundo que habitamos también tiene su parte negativa (y vaya que la tiene)
Ya lo sé, pero para qué me voy a amargar pensando todo el día en eso?”
No todo el día, pero de vez en cuando podés tomarte unos minutos aunque sea en darte cuenta que hay cosas jodidas a las cuales prestarles atención y, muchísimas veces, tomar decisiones al respecto.
La razón de ser de este planteo es esa gente que no discutiría bajo ningún punto de vista frases como las que puse arriba, gente que cree que cuando alguien viene a decirles que algo está funcionando mal, probablemente solo quiera amargarles la vida, gente que “vive en una nube de pedos”. Esquivan cualquier tópico que aborde hasta la más nimia problemática, y si alguien les quiere meter en tema, rápidamente abren el manual y, obedeciendo las reglas, “se sacan a su persona tóxica de encima”, demostrando así una obediencia ciega a cualquier discurso que les inste a sonreír como lo menos dañino, y a suprimir cualquier capacidad de razonamiento lógico en pos de vivir con alegría como lo más catastrófico.
¿Entonces? ¿Para ser una persona responsable debe uno resignar su felicidad?
No. Pero no debe encontrar toxicidad en los temas serios y las causas que requieren cuidado, concientización, y racionalización del pensamiento, si no que los debe abordar con la misma tranquilidad que ansía llevar consigo siempre. Si hay alguna razón por la que la mayoría de la gente evita hablar de temas como estos, es por la cantidad inconmensurable de replicadores de odio y desmerecimiento de la opinión diferente o la visión ajena que existen en los espacios que frecuentamos. Sí, la toxicidad reside en esa gente, no en los temas.
Si es mayor la cantidad de personas que actúan según su felicidad que según la vida en sociedad que llevan, entonces estamos en graves problemas, no solo por experimentar una gran epidemia de egoísmo, si no también porque los hechos conflictivos que requieren de una solución eficaz, y que suceden todos los días, serán totalmente ignorados, pudiendo así ser desarrollados libremente sin nada ni nadie que los impida, porque total todos quieren ser felices y nadie se quiere encargar de nada.
Todo lo que alguna vez nos llevó a una realidad más digna, necesitó que cierta gente resignara un poco de su felicidad para darse cuenta de que las cosas estaban mal y había que cambiarlas. Pregúnteles si no a todos los próceres que estudiamos en la historia, gente que logró cosas revolucionarias por darse cuenta de que algo estaba mal, por ocuparse de que los suyos también se dieran cuenta y se unieran a su causa, y por tomar medidas al respecto, con toda la mayor infelicidad y generación de conflictos que eso conllevaba, en pos de que, por ejemplo, hoy no siguiéramos siendo una sociedad esclavista, racista, elitista y machista, como alguna vez lo fuimos.
En la vida todo es un balance. Existe lo bueno, pero también lo malo. Existe la alegría, pero también la tristeza. Existe el amor, pero también existe el miedo. Ninguno existe sin el otro, y ninguno debe ser ignorado.
No me confundan, mi deseo es que todos podamos ser felices más allá de todo lo que nos rodea y nos puede tirar para abajo, pero que también seamos seres conscientes y pensantes, para no caer en la ignorancia, la obediencia ciega y, por consecuente, la fácil manipulación, que son las antagonistas de las historias revolucionarias.

Créanme, se puede ser ambas cosas.

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